jueves, 4 de agosto de 2011

LA MIRADA DEL OTRO


(A Idoia Arbillaga)





Un cordero. Un cuchillo. Un cordero. Un vuelco de piedad. Se vislumbra el parpadeo del deseo bajo la percepción inmaculada de la inocencia. Una frase. Un sueño. Dos miradas que se arrumban en el hueco de un arcano que no espera veredicto. En el mismo sitio y a la misma hora -qué certera estrofa desde el sur del “quejío”- Que sigan cantando los niños en el coro de la clandestinidad. Bienaventurados ellos y sus voces acunando el ritual de lo indescifrable. A veces, el filo ácido del corte perfecto, otras el huidizo estigma de un proverbio, la ceniza testimonial sobre la candorosa frente. Un cordero. Escuchemos la aleluya final. Luego, que él elija su fortuna. Todo sacrificio es una renuncia, aunque duela.