domingo, 7 de agosto de 2011

PRUEBA DE VIDA

En el portal, el tiempo se enciende con un interruptor añejo de vibraciones que no siento mías. Es entonces cuando el diapasón de incidencias se pone a bramar saltándose los segundos de mes en mes, de año en año, de beso en beso. Y nada parece haber ocurrido bajo la monotonía de unos peldaños, salvo que falta el director de una orquesta que ponga orden a ese insistente desafino de emociones perdidas . El cuenta kilómetros del silencio es una niña con un farolillo corriendo por un largo pasillo (las prisas se visten cuando el universo está a punto de eclosionar en cualquier escalón de un portal oscuro). Salta en la rayuela donde los tacones se acoplan al tic-toc de un estampido balsámico. Un réquiem es asistido de infarto. El alfiler en el pecho ha sido encontrado en la biopsia del maestro de música. La batuta no es la prueba de sangre que buscaban. La niña se ha dormido dentro de un panal de estrellas. Nadie se atreve a despertarla. Arde en la mansedumbre del agua.