jueves, 17 de mayo de 2012

EL PENÚLTIMO VIAJE





Escribir es admitir la posibilidad de que algo suceda

(Williams Burroughs)

 Algo ha sucedido en la escritura de Miguel Ángel Contreras. Ha fragmentado la involuntaria densidad hasta convertirla en polvo de gloria. Todo lo escrito es un una posibilidad conjugada en tres instantes. No se comprendería la desaparición del yo sin el recogimiento del daño, ojo seco de agua salina, restos de la nave atestada por los despojos del pasado. ¿Qué queda de una primavera sin haber amado la rama seca del olivo en la tibia luz del frío?. Él ha querido comprender la soledad sacando al muerto a pasear entre los estragos de la decadencia . Ha dejado al niño en casa jugando con un ábaco de huesos de cuervo, confesando imprecisiones, calculando el tiempo que tarda en estallar el color imposible del olvido. Tú amas el mármol de la diosa, caduca en paños de plástico, fundida en el lacre y la mano peregrina que aparta el sudario. Has llorado al verla descender al infierno celebratorio de la vergüenza. Desafías la roca que contiene la conciencia de los imanes, la pegas al pecho, te escucha y responde que aún no. Vuelves al niño y a todos sus cromos de mariposas disecadas. Te entrega uno y te pide que lo acerques al oído. El muerto dice escuchar una explosión de arena. La sombra que dices no ser, eres tú entre el ábaco y el alma difunta. Amabas a la diosa y el sílice en sus costillas. Lloras y las mariposas hacen un enjambre en el vientre nocturno del muerto. Cruzan las arterias donde un día hubo señales de un hombre despierto con una sola pierna. Un hombre insomne es un hombre que aún no ha dado todo por perdido. Un hombre con demasiados nombres que olvidar en el blanco margen de la melancolía. Un hombre insomne besa los labios fríos a la piedra de sal sin importarle el azogue. Esta ciudad, Miguel Ángel, es un niño con abalorios de conchas en los bolsillo. Salta a espaldas de la orilla del mundo. Todavía no sabe que estás escribiendo en sus pisadas que un día acabarán en palabras, y las palabras grillos, y los grillos hambre, y al hambre piedra de molino. Aire, pides, mar y su líquido murmullo, y flores, todas las flores para caminar entre las almas que ya te sucedieron en el viaje a Petra. Te alumbras loco y cristalino en el escalofrío de la memoria, en su piel, su torre y su grito de anaconda herida. Un hombre sucediéndose así mismo en el origen de cualquier deseo a las puertas de un hotel marchitando utopías. Ahora recorres los desvanes de la ciudad y descubres los sonámbulos de ojos oscuros, los sin ojos. La sombra es el cementerio donde entierras sus naufragios mortales y secretos, señales marchitas en los vagones del ayer. Algo ha sucedido en ti,  Miguel Ángel. Algo se sucede mientras pasa la hoja del tiempo.

(Poética para Miguel Ángel Contreras en su presentación en Madrid de "Libro de precisiones". Bartleby Editores)