jueves, 24 de abril de 2014

LA OTRA CONSPIRACIÓN







Sólo tú sabes robarme,
ganarle el pulso a las hormigas que me trepan”


(Milagros López)






Que haya transformación, y que comience conmigo”
(Marilyn Fergurson)



Adiestrar el cuerpo lleva su tiempo. Llevarlo al epicentro de la tempestad. Hundirlo en el azul cobalto del abismo, arrastrarlo por el lodo. Sepultar la memoria bajo el lienzo luminiscente del silencio . El mundo acaba de expirar. Calma. Todo volverá a iniciarse cuando baje la marea. La niña que paseaba por la arena encuentra un pez dorado en el adagio de una ola. Ambos renacen en el cobijo húmedo del abrazo. La melancolía del sauce añora la savia del corazón. El mañana es un sueño en la evaporación del sexo, el canto secreto de las ninfas mientras Eros hace el amor en el envés de la sal. Ser el otro, ansiarse en el incendio del otro, rosacruz sintagma donde se cristaliza el verbo ciego de la razón y los amantes firman un contrato sobre las piedras. Más allá asistimos a la verdadera agitación de la conciencia, el equilibrio revolucionario de una nueva era. El viaje comienza donde termina la frontera de la oscuridad. Trascender el cosmos, anclar la eternidad sin billete de vuelta. Dar a la ciencia otra dimensión en el calendario estival donde siempre bailarán las doncellas en el cuarto creciente. El dogma comienza cada mañana a la señal de quien espera ser amado. Plenitud al fin en el territorio de luz, dice la poeta. El mar necesita ser comprendido. Esto sólo es posible en un intercambio de espacios. El pez niña, la niña dorada.
Aquí se sujeta lo indecible, lo que encierra el poema. Escuchar. En la verticalidad del cielo y el límite celeste hallaremos ese umbral de sabiduría infinita. Seamos, pues, el mañana siempre. Toda vigilia tiene su recompensa. 

(Prólogo para el libro de Milagros López "A ras del mar". Editorial Torremozas, 2014. Imagen de Elena Kalis)