domingo, 21 de septiembre de 2014

MIEDO A VOLAR


Estamos toda la soledad y yo. Y la lluvia que anticipa el otoño más incierto. Qué edad pudo contar tu furia y la mía. En qué lenguas se anticiparon las manos que ya no tocan las nuestras. La dicha gotea música en ese canalón que está en el límite de las horas. Alquimia del verbo en la corta distancia. No suena igual una tormenta en primavera. La garza quieta. Recuerda la garza quieta. Tan enferma de piedad y arroz celebrándonos por encima del hambre. Supimos que la madrugada rompería el silencio cuando no hubiera palabras para instantes como éste. Pero llueve. Llueve sobre nuestra ausencia. Es fácil quedarse en el azul con una promesa aguantando entre los dientes. Casi tan insoportable como el miedo a volver a volar.  Que nadie ose recordarnos otra vez las hojas muertas.