domingo, 29 de mayo de 2011

Ya estamos llegando al velo de luna del ojo anciano,
al paso de baile que no dimos por no calzar zapatos musicales.
Estamos llegando a leer a ciegas el susurro de la perfección.
Llegamos sordos, mancos y mudos al obsceno amanecer que
no fue.
Llegan las hadas que imaginamos desnudas con trajes de
bombillas blancas.
Ya llega el niño con pulso perfecto a la fruta roja,
la baba prímula y espesa de la ira a las terceras residencias.
Ya estamos llegando a tocar la piedra arrojada sobre nuestra
cobardía.
Ya llegamos a no contar tumbas en el cementerio improvisado
de un campo de batalla.
Llega la vergüenza en un decreto escrito con tinta de limón,
la revancha con los dedos amputados y plumas de paloma en
los muñones.
Llegan los mensajeros con cartas personalizadas de labios
elásticos. Llegan y se van los besos estallando en
burbujas de jabón de sosa.
Llegamos y regresamos impasibles a los puestos de trabajo y
llegan folios con versos encriptados.
Llegan las citas de los inmortales que no fueron escritas, la
contrariedad en la lección aprendida.
Ya llegan los leales del éxtasis del «oh amor, me voy, adiós».
Ya están llegando los sastres de sudarios new age a las pasarelas
venusianas.


Ya estamos llegando a los hijos de los hijos de nuestros hijos
… y ellos saben que ya hemos llegado
Y nos preguntan: ¿Hacia dónde?
Y no pasa nada,
porque por fin hemos llegado con los zapatos en la mano
y el carnet de baile irremediablemente vacío


(Del poemario "Vísteme de largo")