martes, 5 de octubre de 2010

El cuarto día. Misterio gozoso

Perdóname labio porque no te pertenezco,
esta plegaria la dicta su lugar hueco.
Mis manos me llevan a sitios prohibidos,
enredando las sábanas, pensándote a solas
como un perro lazarillo bien adiestrado.

Porque es tan casto este ardor
que mi boca peca de ser aún doncella
y llaga mi lengua cada vez que te besa.
Ah, la hiel de tu silencio distante e indefinido
me ha convertido en una virgen impura.