domingo, 3 de octubre de 2010

La posada del dragón. El chico del cosmopólitan

Es porque tu imagen,
recostadas las nalgas y los codos,
increpan al estío,
y ahí, entre tus piernas
se erige el culpable.
Es porque el trigo
se esparce sobre el imaginario lecho
y sus granos olvidan de los púberes mantos
su condición divina.
Arrebolado el cabello
entre gotas de agua
dócilmente mantienes
ante el objetivo tus pupilas.
Y no deseo que pases Mayojunio
de este papel que me recuerda los días.
Tu mano, ya ves,
engaña al voyeur
y es porque se atisba en verdad
un slip,
no obstante, transparente
a esta lujuria.