Distinguir una cotorra de una gaviota
Usar gafas
cristalinas en las tinieblas
Proteger la fórmula
original del alba
Del falso precio de
la corona
Mirar al mar de
frente y desde atrás
Con escamas de
ballena azul
Hacer sopa boba de
gallina vieja
Celebrar la tempestad
para que el rayo parta
Al que no sepa hacer
de la risa un puro semental
Calentar las manos al
que tiembla
Bajo nuestro techo y custodia
Hervir en la noche y
cribar el deseo
Del sudor excesivo de
la franela
Mojar un calcetín en
café
E inmolar las líneas
del destino
En un pie desnudo
Nombrar huésped
distinguido
Del atlas carnal
Al ángel custodio
Volver al mar. Pisar
la arena.
Despedir pues, sin pañuelitos blancos,
A las olas que van,
lamen y desaparecen
Que no hay oro, ni baile, ni coronas
Digan lo que digan
los naufragios
En sus últimas
jaculatorias