jueves, 17 de marzo de 2011

VOLVER A LOS 17

Crecer es lo más arriesgado que hacemos todos por igual. Crecer en el cumplimiento vital como forzosa incertidumbre.
Seguimos creciendo apartando hojas muertas y alimentando territorios áridos que apenas darán fruto en ese inconsciente de continuar haciéndolo como si sí, como si no. Seguir avanzando hacia cualquier parte. Y un día, no se sabe por qué, hacemos un alto y miramos hacia ese otro lado del tiempo lo que ya dejamos después de aprendido, inquietud de alambre espino que, desde las fronteras de la insolente ingenuidad, nos ha hecho ser como ahora somos. Nos guste o no.

Así como hoy esperaré mañana
¡qué larga es la espera cuando es espera!
¿Qué parte de mí se muere cuando siento que no llego?

La luz sacia mi sed cuando llega el día
Que siempre es el mismo
Y yo, siempre la misma.

Seguiré con la vista perdida entre la gente:
Sueños, deseo, locura, adelante...
¿Qué sabrán de mi mente impoluta?

Y la Luna siempre teñida de leche agria
Tan bella allí en la nada
Ella también espera, es mi aliada.

¿Quién inventó la noche eterna
que calma los sueños imposibles?
Lloraré una vez más cuando ella llegue.

(Inédito. Escrito una noche de marzo con 17)